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Patricia Moraga

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Borges o Lacan

Con esta intervención propongo abordar lo real sin ley, contingente y singular, y su relación con el deseo del analista.
Mi primer análisis culminó con una frase. El analista dijo No escucho deseo del analista y me orientó hacia la literatura. Él mismo era escritor. Me fui desolada pero arribé al rasgo de elección de ese analista: el de ser una excepción en el psicoanálisis. Al segundo análisis fui conducida por la pregunta ¿Qué es un analista? Un sueño me acompaña: Me encuentro con Borges y Lacan. No sé con quién ir. Es carnaval. Hay dos instituciones: una de escritores, otra de psicoanalistas. No sé a cuál entrar. Se trata de ponerse un disfraz. Entro a la de psicoanalistas.
La idea de lo real que excluye todo sentido se articuló para mí con esta cita de Lacan: "¿Qué es la neutralidad del analista sino justamente esa subversión del sentido, esa especie de aspiración, no hacia lo real, sino por lo real?".1
Si el síntoma es lo único que en lo real conserva un sentido, ¿qué relación hay entre el deseo del analista y el sinthome? Arreglárselas con el propio sinthome, ¿es un nombre del deseo del analista u otra cosa?
En 1967 Lacan propone el pase para elucidar el pasaje de analizante a analista. En la doctrina clásica, el deseo del analista aparece como pivote de un análisis y de su final. El deseo metonímico tiene como motor la falta, es dialéctico y es el deseo del Otro. Cuando Lacan introduce la

1 Lacan, J., L'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre, Le Séminaire 24, en Ornicar? (1977-1979) 12-18, clase 26 de febrero de 1977.

función del objeto causa del deseo, localiza el goce como causa, la raíz pulsional del deseo.
El sinthome, incurable real, ex-siste al Otro del sentido, es una invención y tiene un valor de uso para desembrollarse del síntoma cada vez. Desde esta perspectiva, el deseo de obtener la diferencia absoluta apuntaría al sinthome, una vez atravesado el fantasma y revelado el goce pulsional que este desconocía y rechazaba.
De algunos testimonios de AE se puede inferir, a partir del fantasma y del síntoma, de qué esta hecho un analista: cómo ha arribado a una nueva satisfacción, a otro destino para la pulsión, y cómo se sirve de esa satisfacción como analista.
Leonardo Gorostiza sitúa el deseo del analista entre el síntoma (calzador) y el nombre del sinthome (calzador sin medida), entre una nominación imposible del goce y el nombre inventado, el alivio de no "tener que calzar", la vivificación y otra relación con lo femenino.
Graciela Brodsky ubica en la "la fiesta inolvidable" la conmoción del fantasma: pierde consistencia el significante amo (única), se revela un goce (arruinar la fiesta del Otro), el objeto voz, extraído del Otro, ya no sostiene su existencia. El agujero del Otro marca un límite real imposible: No hay última palabra. El atravesamiento del fantasma abre otros destinos a la pulsión, la satisfacción primera, hystórica, de "hacerse oír por la madre sorda" perdura en el traducir y en el hacerse oír, pero desprendidos de la significación de ser única. Es otro uso del objeto: prestar la voz y el silencio para que otros, que se analizan con ella, puedan oírse.

Cómo se produce cada analista no es algo universal. Para cada sujeto, el encuentro con el goce es traumático, y lo que lee en esas marcas, singular. Un analista ¿es respuesta a un real?

Patricia Moraga

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