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2024

Constanza Michelson

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…con-fines de pérdida

Qué hay en común entre la afirmación: "no se pueden crear instituciones con fines de pérdida" enunciado por nuestro presidente -a propósito de la supuesta inviabilidad de la educación gratuita- y la saturación mediática de imágenes e historias de los muertos en el accidente de Juan Fernández?

Negar la pérdida.

No perder clases, no perder oportunidad de lucro, no perder el alma del que partió.

Una de las mayores virtudes de las narrativas humanas es cubrir el desgarro de existir. Empalagosa ficción implicada en la construcción del velo que nos permite vivir como si tuviéramos garantías: salud, dinero, seguros, belleza, luces de neón.

Tan vital es la función de esta ficción que fácilmente se torna ideológica. Tanto las divinidades del Cielo como las del Mercado en la tierra logran administrar tal mentira. Mentira piadosa al fin y al cabo, será por eso que todos somos cómplices.

Qué nos ha acontecido estás últimas semanas?
No sólo videoclips que nos hacen olvidar por un instante el agujero que dejan los que partieron, sino que la imagen se satura aún más con profesionales de la salud mental - quienes a veces confunden sus saberes sobre la conducta con un rol eclesiástico- repitiendo una y otra vez las

que serían unas fases del duelo. Duelo que culminaría con una superación, se cerraría el agujero. Nada se pierde para siempre.

De ahí un paso más y el matinal se regocijará con sus cifras alegres, el imaginario colectivo pasará a otra cosa: las ofertas navideñas, los juguetes con tolueno, alunizajes, accidentes de tránsito, la PSU. Y la ganadora de la jornada: por supuesto la crisis financiera que se avecina. Exquisito problema, en tanto permite dar vuelta la cabeza frente a los conflictos sociales, genera miedo, por ende, facilita el control social (siempre y cuando nadie se ponga a discutir las causas de la crisis como algo estructural al capital).

Pero algunos defendemos la pérdida.

Sin perder no se puede vivir. Bien lo saben aquellos esclavos de sus teneres. También lo saben aquellos que para garantizar su existencia como sujeto político están dispuestos a morir de hambre.

Para Lacan el sujeto contemporáneo es proletario. En tanto -en los tiempos de la Hegemonía de la Ciencia y la Técnica- el sujeto esta cada vez más desligado de la producción de la mercancía, sin embargo quedando al servicio de su circulación.

La miseria hoy no es sólo material. Se trata del despojo del deseo del sujeto humano. Padecemos de la mutación de nuestro estatuto de sujetos a consumidores, alienados de la experiencia de producción, librados a un goce inmediato, fugaz, solitario y no pocas veces compulsivo.

El deseo- que es la contracara de la compulsión- implica realizar la experiencia de vacío. Experiencia que requiere de la renuncia de cierta satisfacción inmediata; encuentro con el vacío que empuja a desear y a la creación. Se crea desde la Nada.

Por último,
Perder a veces implica ganar en otro sentido. Lo que la ideología obtura es que efectivamente lo público considera la posibilidad de la pérdida material en beneficio de la justicia social y el bien común.

Asimismo, si bien es cierto que los estudiantes pierden un año académico, con todo lo que ello implica; también ganamos todos de la emergencia de una nueva ciudadanía despierta, crítica y comprometida.

Pero a veces hay pérdida a secas. Como en un duelo. El duelo duele. Como dice Allouch, la muerte a secas, sin compensación.

El agujero se bordea, no se tapa jamás. Por más narraciones de héroes, de buenos y malos, víctimas y culpables que produzcamos. Construcciones que por cierto, siempre son políticas…

CON-FÍN

Mal educados

Se ha criticado al movimiento estudiantil con diversos adjetivos des-calificativos, desde una superioridad moral con olor a fusta vieja.
"Incitadores del desorden público", "chiquillos que deben dejar las cosas en manos de los expertos en este punto de la discusión", "Intransigentes". Pendejos mal educados.

Vamos una por una.
Primero, respecto de la crítica a las manifestaciones cabe preguntarse: Qué es un ciudadano hoy? Parece que se ha reducido a un consumidor, alguien que debe aspirar y esperar a que las instituciones funcionen. La única voz que tiene la ciudadanía es la del clientelismo.

De qué se trata entonces la ética de la revuelta?: de lo que queda ahí en el callejón sin salida de las opciones institucionales. Más que una queja se trata de un acto político: tomarse la palabra. Ciertamente un malestar distinto al del cliente enojado, desestabiliza los fundamentos actuales del discurso. De ahí la dificultad del gobierno (no sólo del actual) de salir de las propuestas que enfatizan la baja de las tasas de interés, propuestas que se confunden con una liquidación de invierno. Claramente se trata de otros intereses en juego…

Segundo, otros apoyan la causa pero les parece que ya es hora de confiar en los expertos.

Bien sabía en mis tiempos estudiantiles el lema de que si no sabes para una prueba, escribe en difícil y confunde. Mucho de la lógica de los expertos es eso: confundir, que nadie pueda ni siquiera preguntar. La ultra especialización nos cuenta de lo difícil que es entender.

A pesar de que hoy las ciudades se planifican para que ricos y pobres no se topen, no hay que ser experto en nada para captar lo escandaloso de la desigualdad. Pero más obsceno aún, resulta la naturalización de un sistema económico que insiste en que hay cosas que no se pueden cambiar. Se puede llegar a la luna, pero el mercado no se puede tocar. Siempre me pregunté por qué la Economía, en tanto ciencia social, más que estar al servicio de la humanidad, cobra el estatuto de la física cuántica: absolutamente ajena y hermética. Hay que subirse a la micro del sistema para no quedarse abajo, aunque nosotros mismos la hayamos inventado.

En tiempos donde alcanza para todos, me pregunto si el egoísmo que genera la segregación es un asunto tan científico…

En tercer lugar se les acusa de intransigentes. Claro que lo son, pero cuál es el problema? A veces no se trata de negociar. Recuerdo las mesas de diálogo de los 90 para obtener información de las fuerzas armadas respecto del destino de los detenidos desaparecidos. Que había que dialogar? No se trataba más bien del derecho de exigir respuestas?

La ideología contractual, la del consenso no trabaja para la diferencia. Muchas veces opera al servicio del poder.

Experticia, conciliar, dialogar, ser educado, que tienen en común?,

Son todos nombres de buenas prácticas, pero que al utilizarse como absolutos, como ideas higienizadas de ideología; se transforman en la moral de las buenas costumbres, en una ética de la domesticación. En esa buena educación infértil que calla y que atonta.

Todos estos juicios operan como distractores del debate que aquí está en juego. Aquel sobre el lucro, la calidad, la gratuidad de la educación, la reforma tributaria. Hasta acá fragmentos por aquí y por allá. Respuestas que evitan el meollo del asunto; respuestas atolondradas que se otorgan bajo la premura de apagar el incendio.

Por supuesto que las crisis provocan nerviosismo. Siempre que se fractura el orden público la cosa se nos vuelve un poco ominosa. Pero no hay nadie que pueda decir que no se trata de una causa justa. Y esto pone más nervioso: los desordenados, intransigentes, inexpertos tienen razón.

Las articulaciones del malestar que hemos visto en los últimos meses ponen en jaque el estado de lo nor-mal(e) (nótese: la norma macho). Aquella norma que – mediante los recursos de la naturalización de las ideas -fija los límites de lo posible y de lo deseable. Es decir, se trata de un malestar que no apunta a pedir un poco más de lo que el sistema puede dar, no apunta a la caridad política. Más bien interroga a la lógica misma de lo deseable instalado en el discurso hegemónico. Por que se trata mucho más que de una hidroeléctrica, del matrimonio homosexual,

de la educación. Se trata de plantear un proyecto de país. De amar algo así como Chile, y no venderlo junta a la cebolla en la gran feria financiera.

Por último, han perdido un año los estudiantes?. Ni uno sólo. No hay mejor educación que atreverse a tomar la palabra.

Entiendo que este artículo pueda considerarse irresponsable, pero bueno, si la naturalización del Mercado y de Dios es ser educado, claramente padezco de la mala educación.

SAN-TIAGO SACUDETE EN TU CRIPTA

Año traicionero, excesivo, siniestro, ridículo, pero ante todo trágico. La mayor desventura no es –como muchos afirmarán– el caprichoso azote de la naturaleza; sino que la forma en que toda reflexión crítica posterior a los desastres es reabsorbida por el discurso tecnocrático. Como si todo se tratara de estadísticas, tecnología, procedimientos; todo análisis converge en la idea de que existe entonces un saber absoluto, el que mediante la ciencia y una buena administración se alcanzaría. Si todo se puede: fin de la historia, eclipse de las contradicciones estructurales del sistema.

Así, las críticas lanzadas multidireccionalmente no generan más que un simulacro de discusión política, una que se encarga de que cada quien quede en su lugar; lugares dispuestos por un discurso ideológico.

Parte de este simulacro tiene que ver con crear antagonismos inofensivos: la naturaleza despiadada contra el hombre, los saqueadores versus los ciudadanos, el gobierno y una supuesta oposición, los malvados dueños de minas y los buenos como Farkas, el santo Bielsa y los mafiosos, las cárceles públicas versus las modernas concesionadas, etc.

Olvidando el principal de los antagonismos: la desigualdad entre ricos y pobres. La cual gracias a la segregación urbana hace cada vez más difícil que ambos se topen. Así se olvida el olvido.

Bicentenario lleno de luces, de ficciones épicas y sus consiguientes lecciones morales. Tan hipócrita como el apólogo de San Martín: éste al

toparse con un pordiosero entrega la mitad de su abrigo; acto ético que es santificado. Caridad, incluso mezquina, que ubica a un héroe y a un pobre – que ni nombre tiene el desgraciado - a medio calentarse.
Qué implica esta ética? Supone que lo que un pobre requiere es resolver una necesidad básica, aunque sea con medio abrigo, si total así no se va a morir. Entonces el héroe da, pero da a la necesidad material del otro, no da su rango. No. Eso ni cagando: las cosas deben seguir igual, de eso se trata.

De ahí que generalmente surja indignación cuando un pobre se compra un plasma con el dinero de la beneficencia. Parece que sólo los ricos pueden acceder al goce, los pobres deben quedarse en el silencio indigno de la necesidad. Plusvalía del goce dice el psicoanálisis (al menos un psicoanálisis). Por cierto, hoy hay un valor más que se les puede usurpar: el show impúdico que una prensa hace con ellos.

Dar la mitad del abrigo, heroísmo fálico, algo así como el acto Bielsa. Ok, sé que el fútbol no es lo mío (no sé por qué siento que tengo que pedir perdón para hablar de esto), pero luego de escuchar a tanto hombre llorón hablando de la ética del entrenador, me queda la misma pregunta: qué pierde realmente Bielsa? Si igual tendrá un súper trabajo; por qué no se las jugó por Chile?

J. A Miller compara el apólogo de San Martín con el juicio de Salomón. Ese que propone partir a un bebé en dos ante una disputa de dos mujeres por su maternidad. Ante la renuncia de una de éstas a la a la contienda para salvar al pequeño, se decide que entonces ella es la verdadera madre. Gesto de entrega, que implica otorgar el más valioso de los bienes: su posición en el mundo.

Otorgar la posición, o relativizarla al menos, genera vacilación subjetiva, como al jefe que despiden después de veinte años: se rearticulan las relaciones y las condiciones de existencia.

Me pregunto por qué tanta negación a otorgar más que un subsidio material a los excluidos, como sería reconocer y proteger la dignidad- esa que este año hemos escuchado reclamar a gritos. Supongo porque ese gesto implica reorganizar los conflictos, poner otros nombres; quizás reponer los antagonismos contundentes antes que los inocuos. Reconocer la dignidad del Otro, el de la diferencia radical, lleva a cuestionar los paraísos inventados, hace vacilar a la hegemonía. Ya lo decía: lo principal es que al apagarse las cámaras todo quede en su lugar, por supuesto que nadie muera de frío.

Al menos sonrojado debe estar el apóstol Santiago. Patrono de la capital, quien al ser martirizado dice que sus manos podrán estar atadas pero no su lengua. Aunque el cuerpo sufra, es el nombre singular, la dignidad, el reconocimiento en el derecho el que mantiene nuestra humanidad. Devolver la palabra al otro es un primer paso.

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