Queridos Susana y Tomás: Cita en las Diagonales vuelve a convocarme de nuevo, con esa generosidad a la que me están malacostumbrando…
No pude responder a vuestro pedido de un micro relato porque es un género que no practico ni como lector ni como escritor. Por supuesto, no se me escapa la delicadeza del arte de narrar en pocas frases (recordemos el infinitesimal “Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí” de Augusto Monterroso), pero aún así -y como diría Lacan- es algo que no “consuena” con mi inconsciente.
En cambio sí diré algo sobre vuestra pregunta acerca de las sesiones breves, uno de los paradigmas de la orientación lacaniana.
Como bien sabéis, Lacan realizó un esfuerzo muy elaborado para desmontar el estándar de lo que entonces se conocía como el “encuadre” analítico, un término que ya en sí mismo alude a algo cerrado, clausurado, incluso claustrofóbico…El tiempo, la duración de las sesiones, fue una de las razones que le costaron la excomunión. Se trataba de encontrar una temporalidad favorable para la pulsación del inconsciente, y Lacan consideró que un tiempo prefijado constituía un obstáculo para ese propósito. Cincuenta minutos, o cuarenta y cinco, establecidos como norma, son más bien solidarios del cierre del inconsciente que de su apertura. Con los años, la