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2024
Uruguay

Rafael Courtoisie

Montevideo. Poeta, narrador y ensayista.
Miembro de número de la Academia Nacional de Letras. Miembro correspondiente de la Real Academia Española.
Su antología Tiranos temblad obtuvo el Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima (Cuba, 2013).
Acaba de ganar el Premio Internacional Casa de América (Madrid) de Poesía.
Acaba de aparecer, en España, su libro El lugar de los deseos (Valencia, editorial pre-textos) y la segunda edición (en Uruguay, 1ª edición en España) de Partes de todo (ensayo-poesía).
Santa Poesía acaba de obtener el Premio Bartolomé Hidalgo (Premio Nacional de la Crítica, Uruguay).
Ha sido Profesor de Literatura Iberoamericana y Teoría Literaria en el Centro de Formación de Profesores del Uruguay, de Narrativa y Guión Cinematográfico en la Universidad Católica del Uruguay y en la Escuela de Cine del Uruguay. Ha sido Profesor Invitado en Florida State University (Estados Unidos), Cincinnati University (Estados Unidos), Birmingham University (Inglaterra) y la Universidad Nacional de Colombia, entre otras.

TIRANOS TEMBLAD

“De este don sacrosanto la gloria merecimos:
 ¡tiranos temblad!
¡tiranos temblad!
¡tiranos temblad!
Libertad en la lid clamaremos,
¡Y muriendo, también libertad!”

Francisco Acuña de Figueroa
(Himno Nacional de la República Oriental del Uruguay)

Todos los habitantes del país son tiranos. Desde el más débil al más fuerte, desde el más adusto y solemne hasta el más suelto y alegre.
La tiranía es una enfermedad endémica y contagiosa que penetra en la carne y la vuelve tensa, vehemente, ominosa.
Un niño de dos años aprende a despedazar sus juguetes: los tortura, los hace confesar con extrema delectación y gozo crímenes improbables, conspiraciones invisibles, pecados contra la pueril autoridad que ahora  los manipula y desmenuza en busca de la Verdad.
El niño crece, cumple tres años, le obsequian otros juguetes mejores, más sofisticados, formas humanas, muñecos y muñecas articulados, enteros.
Plástico color carne.
El niño sonríe y agradece. Es un buen chico.

Luego, en la penumbra de la casa, en la intimidad de su habitación los retuerce, los cuelga, los  estira con todas sus fuerzas hasta desmembrarlos.
Espera que griten, que digan “ay” hasta desgañitarse. Pero las formas de los muñecos y muñecas permanecen mudas, empecinadas, resueltas en su angustia de poliuretano, detenidas en el interior de su sustancia inerte, hueca, sin decir palabra.
Son duros, difíciles de interrogar.
Pero nada es imposible si se aplica método. La paciencia es importante.
El dolor hace cantar a las piedras.
Al fin, los muñecos terminan por confesar.
Y ese mismo niño, ese niño inocente, crudelísimo, que juega y balbucea bajo la pálida luz con sus juguetes cuando crezca será, más temprano que tarde, descuartizado por sus hermanos de sangre.

EL AUTOR DE LA BIBLIA

El autor de la Biblia no es Dios. Al contrario: se trata del más bajo de sus empleados, apenas un escriba a sueldo, tembleque, debilucho, un idiota que se relame con las escenas de violencia que abundan en las escrituras, con las escenas de sexo (sobre todo con el incesto de Lot y sus hijas), que goza zafio, babeante, en los pasajes donde impera el delirio (por
ejemplo en el Apocalipsis erróneamente atribuido a San Juan y al efecto de hongos alucinógenos).
El autor de la Biblia es un pobre tipo que tiembla.
Un pobre diablo.

EL CRUCIFICADO

La cara está muda. Parece muerto. Y lo está.
Pero va a resucitar.
La voz del resucitado se escapa entre las llagas, entre las bocas abiertas en pies y manos por los clavos y en la testa por las puntas de las espinas.
La herida de la lanza en el flanco no cesa de manar palabras.
Y cada una dice lo que escuchas.

EL PORNÓGRAFO

Tiene la llave, pero no abre la puerta. Mira por el ojo de la cerradura. Cierra los ojos. Se relame.
Parpadea.
Llora por no eyacular.
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