Alejandra Basualto
Engañosa, luminosa
me humilla con su mascarita de flores
y sus pajaritos recién brotados,
pero el memorioso que llevo dentro no cesa de gritarme
que no le crea / que se irá de un día para otro
con su risueña costumbre de madreselva.
Y luego tendré que construirme pabellones y huesos
y costillares y verjas de feroz apariencia
para guardarme y protegerme
de sus besitos pintados.
No permitas que sus dedos terroristas
se cobijen en tu espalda,
sólo quieren arrancarte las plumas.
No dejes que su boca besadora
deslumbre de algas tus pezones
o derrame aromáticas especias
sobre tu vientre acurrucado.
Jamás cultives en tu Monte de Venus
perfumados verdores de perejil
de albahaca ni tomillo
que sólo despertarás sus apetitos.
Arranca de tu jardín todo asomo de laurel
y oculta el oloroso diente del ajo campesino;
no vaya a ser que hierva la avaricia
en el fondo oscuro de la olla
y el seductor no pueda contenerse
e introduzca en el agua alborotada
el bello cuerpo implume
que entonces ya serás.
EL ÁNGEL